A propósito del pasado Día del Árbol
Antes de cualquier
otra cosa, celebrar ʺelʺ día del Árbol es como tratar de entrar un barco gigante
en una pequeña botella, encasillar este elemento tan importante e irreemplazable
de la naturaleza en un día al año llegaría a ser hasta ofensivo para la naturaleza.
Como no amar a los árboles?
Mencionar todas y cada una de las afirmaciones que apoyarían esta interrogante sería
arriesgarse a quedar corto e injusto. Respirar, solo quien puede vivir sin
respirar puede vivir sin árboles.
Como relato personal
les puedo contar mi primera experiencia ambiental-emocional y les aseguro que fue
frustrante. Una tarde llegué a la casa de mi madre donde hace más de 15 años habría
sembrado un hermoso árbol de mango y encuentro que ella lo había ʺpodadoʺ con
planes futuros de cortarlo.
Ira ¿? Más que eso, sentí un dolor irreconocible e inexplicable. Enloquecí pensando en el sufrimiento de ese árbol, de sus ramas, de cada una de sus hojas y de lo herido que debió sentirse al ver que no fue respetado ni considerado y que nunca perteneció a la familia. Que su paso por aquí fue solo febril y que ni su sombra se extrañaría.
Dios ¡! Recuerdo
haberle reclamado tantas cosas a mi madre que luego me sentí apenada por lo grosera
que pude llegar a ser con ella. Solo pensemos, si no amamos algo tan esencial
como los arboles ¿Qué podemos amar en esta vida? ¿Por qué no hablan? Si hablan
pero no nuestro idioma. Quizás nos escuchan aunque no nos entiendan más cuando
los regamos y le respetamos su espacio, nos entienden.
Démosle la oportunidad
de hacer su trabajo y de seguir acompañándonos durante todos los cambios que
estamos y vamos a sufrir.
Mi árbol de mango esta hermoso y le agradezco a todo el que me apoyo en esta causa, a mi madre por
recapacitar ¡!
No hay comentarios:
Publicar un comentario