jueves, 3 de julio de 2014

A propósito del pasado Día del Árbol

A propósito del pasado Día del Árbol

Antes de cualquier otra cosa, celebrar ʺelʺ día del Árbol es como tratar de entrar un barco gigante en una pequeña botella, encasillar este elemento tan importante e irreemplazable de la naturaleza en un día al año llegaría a ser hasta ofensivo para la naturaleza.

Como no amar a los árboles? Mencionar todas y cada una de las afirmaciones que apoyarían esta interrogante sería arriesgarse a quedar corto e injusto. Respirar, solo quien puede vivir sin respirar puede vivir sin árboles.

Como relato personal les puedo contar mi primera experiencia ambiental-emocional y les aseguro que fue frustrante. Una tarde llegué a la casa de mi madre donde hace más de 15 años habría sembrado un hermoso árbol de mango y encuentro que ella lo había ʺpodadoʺ con planes futuros de cortarlo.

Ira ¿? Más que eso, sentí un dolor irreconocible e inexplicable. Enloquecí pensando en el sufrimiento de ese árbol, de sus ramas, de cada una de sus hojas y de lo herido que debió sentirse al ver que no fue respetado ni considerado y que nunca perteneció a la familia. Que su paso por aquí fue solo febril y que ni su sombra se extrañaría.


Dios ¡! Recuerdo haberle reclamado tantas cosas a mi madre que luego me sentí apenada por lo grosera que pude llegar a ser con ella. Solo pensemos, si no amamos algo tan esencial como los arboles ¿Qué podemos amar en esta vida? ¿Por qué no hablan? Si hablan pero no nuestro idioma. Quizás nos escuchan aunque no nos entiendan más cuando los regamos y le respetamos su espacio, nos entienden.

Démosle la oportunidad de hacer su trabajo y de seguir acompañándonos durante todos los cambios que estamos y vamos a sufrir.


Mi árbol de mango esta hermoso y le agradezco a todo el que me apoyo en esta causa, a mi madre por recapacitar ¡!

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